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El calor provocó en 2023 la segunda mayor cifra de muertes de la década: 47.000 en Europa y 8.300 en España, según un estudio.

El calor ha causado más de 47.000 muertes en Europa en 2023, la segunda mayor cifra de la última década. En España, se calculan más de 8.300 fallecimientos por esta causa, según el estudio del Instituto ISGlobal. Y esto, a pesar de que la población se ha hecho más resistente a las altas temperaturas con las medidas que se han tomado para prevenir el cambio climático. Sin ellas, según Nature Medicine, revista que ha reflejado estos datos, las muertes podrían haber aumentado hasta en un 80 %; es decir, unas 15.000 para España y 75.000 para Europa.

El verano que más muertes causó el calor fue el de 2022. En él, se calcula que las altas temperaturas provocaron más de 60.000 muertes en el continente. El de 2023 es el segundo más mortífero, pero también es en el que se registraron las temperaturas más altas a nivel mundial.

Más de 27.000 fallecimientos se produjeron a mediados de julio y finales de agosto, en las dos olas de calor más fuertes del estío. Si tenemos en cuenta la edad, las personas mayores son las más vulnerables al calor. Las de más de 80 años tienen un riesgo ocho veces más alto que las que tienen entre 65 y 79. En cuanto al sexo, se ha observado que la tasa de mortalidad es un 55 % más alta en mujeres que en hombres.

España, entre los países más afectados

Las principales causas de hospitalización por el calor son los trastornos metabólicos, la infección urinaria o la insuficiencia renal, que se concentran más en personas de edades más avanzadas. El estudio concluye que son procesos de una acumulación de días, y no de episodios puntuales. Por eso, las muertes por los golpes de calor (muertes repentinas por una exposición prolongada e intensa a altas temperaturas) suponen una cifra insignificante entre los decesos. En España, el Ministerio de Sanidad calcula que 24 personas perdieron la vida por este motivo.

Las cifras de muertes estimadas en 2023 a causa del calor fue de 47.690 en 35 países. Más del 99 % de ellas se produjeron entre el 29 de mayo y el 1 de octubre. Las naciones con una mayor tasa de mortalidad son las del sur de Europa, siendo Grecia la más afectada, con 393 muertes por millón; seguida de Bulgaria, con 229; e Italia, con 209.

España ocupa el 4º lugar, con 175. Nos siguen Chipre, con 167, y Portugal, con 135.

En nuestro país, se superaron los 8.300 fallecimientos por el calor; concretamente se estima que se llegó a 8.352. Es la segunda cifra total más alta de toda Europa, solo superada por Italia, que sufrió 12.743 decesos. Nos siguió Alemania, con 6.376. Entre estos tres países, acaparan casi la mitad de los fallecimientos en el continente.

Dentro de las fronteras españolas, las ciudades más afectadas son las que tienen más población. Barcelona, Madrid y Valencia registraron 839, 830 y 561 muertes, respectivamente, a causa del calor.

Una mayor adaptabilidad al calor

Con el paso de los años, nos hemos ido adaptando mejor al calor. Más allá del aumento de la instalación de aire acondicionado en los hogares y en los centros de trabajo (que, a su vez, causa más calentamiento global por las emisiones de CO2), es el comportamiento de la población el que ha provocado esta mitigación.

Tras el año 2003, en el que hubo una intensa ola de calor, la gente ha sabido cómo actuar mejor ante estas situaciones. Además, se han mejorado en los procedimientos sanitarios, en el aislamiento de los pisos o en sistemas de alarma (creados precisamente ese año), que han hecho que se haya podido reducir hasta un 80 % la vulnerabilidad al calor.

Otros factores que han contribuido son las mejoras en la planificación urbana, así como el mayor número de espacios verdes en muchas ciudades, que limitan el efecto de las altas temperaturas. Sin embargo, a pesar de estas mejoras sobre el papel, los datos siguen siendo preocupantes.

Desde USO, creemos que, para poder progresar y evitar muertes por el calor, hay que tomar medidas más drásticas, con políticas que ayuden a una mayor concienciación. Y, en el trabajo, no hacer una prevención de papel, sino adoptar de verdad las medidas de prevención contra los efectos nocivos de las altas temperaturas. Ya existe una legislación para prevenir la exposición al calor en las peores horas de los días con alertas, pero es necesario cumplirla a rajatabla.

Jupen-USO, además, recuerda que hay que dotar a las personas mayores de una mayor protección para mitigar el número de muertes en mayores de 80 años. Para que esto se pueda llevar a cabo, es importante que la sanidad pública no esté infradotada y que haya un seguimiento en estas épocas de los mayores no acompañados o de los especialmente vulnerables, que padezcan pobreza energética en sus hogares.