Sin acuerdo entre Diálogo Social y sin valentía para afrontar una reforma fiscal, el resultado es que no habrá subida del SMI: se ha quedado congelado en 950 euros para 2021. Ni los 1.000 euros a los que se iba a llegar en la última negociación y no se llegó, ni el 0,9% que subirán las pensiones y el sueldo de funcionarios y otros empleados dependientes de las Administraciones Públicas. Ni mucho menos el 1,8% que suben las pensiones mínimas de todos los grupos.

“Hace un año, asistimos al mercadeo con el SMI, a una puja vergonzosa donde lo que menos importaba eran los ingresos de los trabajadores que menos cobran. El Diálogo Social claudicó por debajo de una cifra que no era una solución, pero sí al menos un simbolismo: los 1.000 euros. Y ahora esos 950 euros mensuales quedan tatuados. Nuevamente, la solución frente a una crisis pasa por contracción y austeridad, aquello que ya se demostró que no funcionó”, denuncia Joaquín Pérez, secretario general de USO.

Las pensiones suben un 0,9%, como el salario de los empleados públicos. Y las pensiones mínimas, el 1,8%. Un 1,8%, aplicado al SMI, habría supuesto 17,1 euros al mes, llegar a los 967,1 euros. En una media jornada, 8,55 euros. Sin embargo, el SMI no se moverá.

El SMI, el patito feo de los PGE

Los Presupuestos Generales del Estado que entrarán en vigor el 1 de enero de 2021 amplían el gasto social fruto de la pandemia, pero no modifican sustancialmente la partida de ingresos.

“No caben las excusas en no aplicar reformas tributarias. Las anteriores cuentas estaban prorrogadas y no podían hacerse cambios sustanciales en ellas. No permitían acometer la imprescindible reforma fiscal que dinamice realmente el mercado de trabajo. Pero estos PGE, nacidos de cero, son una oportunidad perdida al respecto. El SMI vuelve a pagar el pato de la cobardía. Las grandes empresas tecnológicas y logísticas, que se han hinchado durante la pandemia, seguirán contribuyendo prácticamente cero a la economía de la que se benefician abundantemente”, incide Joaquín Pérez.

“Estas medidas nos llevan hacia un abismo de déficit y deuda con el que querrán argumentar que no hay más remedio que seguir tocando el IRPF, moderar el sistema de protección social y poner en marcha un nuevo ‘pensionazo’. Y con el Diálogo Social bien engrasado para decir amén, de subvención en subvención hasta la casilla de la nulidad. Recordemos, el IRPF… la renta de los trabajadores, no las grandes fortunas o el porcentaje testimonial de las multinacionales gigantes, que no aportan en consonancia a lo que lo hacen las empresas de nuestro país, que dan empleo y cotizan aquí”, recuerda el secretario general de USO.

La no subida del SMI penalizará la negociación colectiva

La congelación del SMI marcará indeleblemente la tendencia del resto de salarios, dificultará su subida. “La negociación colectiva quedará condicionada por el crecimiento cero o, con suerte, con la subida del 0,9% de los salarios públicos. Casi todos los sectores han sufrido y están sufriendo durante la pandemia, pero sin duda han sido el comercio y la hostelería y turismo los que peor lo han pasado y lo pasarán. ¿Cómo se puede dinamizar el gasto de las familias si no se apuesta por los salarios? Amazon, AliExprss, Google, Facebook… los gigantes de la distribución y la tecnología han abultado sus cuentas, pero no generan empleo de calidad en España ni pagan aquí sus impuestos”, recuerda Joaquín Pérez.

El secretario general de USO advierte: “la llamada “tasa Google”, que es mucho más que un impuesto a esa compañía, debería haber aumentado. Su contribución a los ingresos se destinaría al gasto público y no volvería a hablarse de forma malintencionada de que las pensiones no son sostenibles”.

Empleo de saldo, futuro hipotecado

El SMI no es solo el sueldo que reciben los trabajadores de las categorías consideradas menos cualificadas. “El SMI y lo que se hace con él es el símbolo del empleo de este país. Mano de obra barata, supervivencia, rogar por tener al menos ese empleo. Un país que se sustenta en empresas que no pueden subirle 20 euros al mes a sus trabajadores es un país sin empleo de calidad, sin economía de futuro”, reflexiona Joaquín Pérez.

Desde el estallido de la pandemia por coronavirus y la declaración del estado de alarma en marzo, “hemos asistido a la proclamación de leyes apresuradas de paraguas social, necesarias y acertadas en muchos casos. Pero la protección sin expansión es insostenible. Con la última prórroga, se llegará casi al año de los ERTE excepcionales, pero no se han creado alternativas para crear empleo, para reconvertir sectores, en lugar de hibernarlos. Seguimos mirando a Europa, esperando a que todo llegue hecho. Pero los fondos no llegarán hasta el segundo semestre, con suerte. Mientras tanto, la última bala, los Presupuestos, ha quedado en pólvora mojada”, sentencia el secretario general de USO.